miércoles, 15 de junio de 2011

Donde el agua fluye...

El agua corría, probablemente caía de una llave abierta en la casa del vecino, no todo era un desperdicio, la casa llevaba ya unos veinte años abandonada y el agua que fluía libremente por el suelo iba limpiando todo el polvo acumulado durante tantos años y saliendo por la puerta principal. ¿Qué hacia una llave de agua abierta? Nadie lo sabe, la compañía encargada de eses servicio lo había cortado hace ya un tiempo, quizá una equivocación, el error es de humanos.
   -¿Qué haces? -Miranda era una persona correcta, siempre apegada a las normas establecidas por un código dictaminado- No debemos estar aquí, lo que haces es ilegal.
   -¡¿Ilegal?! Ilegal es que un par de estúpidos hombres manejen el sistema de suministro de agua. Solo entraré a cerrar la llave.
   -Hazlo rápido, no quiero que nadie nos vea Delios.
   Al escuchar la última advertencia de su compañera, el joven logró abrir una de las ventanas laterales de la casa y entró con cuidado, no sabía lo que podía haber dentro. Cristales rotos  y lo que parecía el cadáver de un gato se alcanzaban a ver en la cocina, un completo desastre en la sala de estar, todo encharcado y en el baño, una sustancia rancia y de olor penetrante dejaba apenas visible un bulto extraño dentro de la bañera. <<Ropa sucia tal vez>>, pensó Delios al momento en que se cubrió nariz y boca con la manga de su suéter. Era una situación sumamente extraña, en ese cuarto no había ninguna fuga de agua. El joven se guió por el sonido, cada vez que daba un paso en cierta dirección el ruido del caer del liquido le indicaba si se alejaba o si se acercaba de donde estaba. Con buen audio siguió hasta una puerta escondida con el mismo tapiz de las paredes de la sala.
   -Creo que ya sé de donde viene la fuga -gritó para advertir a Miranda que lo esperaba intranquila afuera-, no abre.
   -Pero si entraste para cerrarla, no para abrirla -respondió desde lejos-.
   -Es una puerta la que no abre, del otro lado es de donde sale el agua.
   -Solo date prisa -Miranda estaba preocupada a pesar de que a esas horas nadie andaba cerca y sus palabras habían sido más para ella que para su compañero-.
   Pasó un rato hasta que la puerta cedió a un tirón de Delios, había una escalera, poco iluminada y muy peligrosa debido al agua que bajaba por ella. Con la mano derecha fue tentando hasta alcanzar lo que parecía un barandal improvisado, una cuerda que llegaba hasta arriba.
   Fuera, Miranda se percató que una pareja, ya grande, de unos setenta años cada uno, caminaba hacia donde estaba ella, los nervios hicieron que simulara ver la abandonada casa como si fuera una obra de arte, sobreactuando. La pareja de ancianos pasó a un lado de ella sin importarle lo que le pasaba a la extraña mujer, continuaron su andar hasta desaparecer doblando la esquina. El corazón de Miranda estaba acelerado, sabía que no tenía que haber dejado entrar a Delios a la casa, era ilegal.
   En el segundo piso el olor era poco más que insoportable, era un gran espacio, sin paredes que dividieran el espacio, solo al centro, una especie de alberca derramaba por todo borde el agua que se escuchaba. <<¿Más ropa sucia?>> se dijo a sí mismo, eso le resultaba bastante extraño, se acerco hasta el enorme bulto y no pudo contener su asco al notar que no era lo que creía.
   Al salir a toda prisa de la casa, Delios estaba cubierto por una extraña sustancia verdosa, no se parecía en nada a lo que fuera agua alguna vez, le decía a su compañera que se fueran pronto de ahí. Miranda estaba horrorizada, no se podía mover, la pareja de ancianos regresaba con una horda de vecinos bastante molestos.

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