martes, 19 de abril de 2011

En un caro hotel...

Javier no podía despertar, se limitaba a observar su cuerpo inerte, desfallecido en una cama de dos mil la noche, desde fuera de él, desde fuera de su cuerpo, ¿qué motivos podría tener para despertar cada mañana o cada tarde o cada noche?, ninguna al parecer, se sentía abandonado, incluso por el mismo y eso se confirmaba en ese mismo momento, donde él mismo miraba cada uno de sus ligeros movimientos de su pecho al respirar. Por qué no te mueres de una vez, se preguntaba para después viajar en sueño a tierras más calmadas, donde la condición fáustica lo hacía maravillarse en otra vida, en otro tiempo, en otra persona.
  El sonido de golpeteo de la puerta hizo que el hombre recostado en una cama de la habitación de un caro hotel reviviera de una vez para regresar del sueño, se sentía mareado, con nauseas dispuestas a volver todo lo comido de la noche anterior, era de día ya y la voz de una recamarera aconsejaba al ocupante desalojar el cuarto en un par de horas. Javier miro el reloj de su muñeca, las 10:00 en punto, ni el tiempo estaba a su favor, lo único que deseaba era volver a recostarse y pasar unas cuantas horas más perdido en una fantasía.
  Eran las 12:20 y el encargado del hotel subió personalmente a abrir la puerta de la habitación 1567 en donde se encontraba aún el cuerpo soñoliento de Javier, cubierto hasta la cabeza con la cobija de seda roja de la cama. Señor, le pido por favor que desocupe el cuarto señor, dijo el encargado sin obtener respuesta. El cuerpo de Javier soñaba, por fin había logrado desprenderse de su cuerpo, integrándose a una totalidad de ensueño, ahora miraba la escena de una forma ajena, alegrándose un poco hasta el momento en que desapareció. El encargado quito la cobija del aún tibio cuerpo, no se alarmo, sabía lo que ocurría, lo había visto antes en muchas otras habitaciones de ese pasillo, personas que se olvidaban a sí mismas en un caro hotel.