domingo, 13 de marzo de 2011

Encarcelados...

Deberíamos encontrar una solución para esto Oscar, dijo mi compañero desde la celda contigua, era verdad que pasábamos por tiempos difíciles y el encarcelamiento sólo nos había enseñado una cosa, sobrevivir.
  Pasaron tres días después de un caótico incidente, algunos de los presos se habían amotinado en la parte norte, donde estaba la cocina, tenían armas filosas a su disposición y un par de rehenes que parecían no durar mucho con aquellas heridas. Los causantes de toda esta situación tenían determinadas peticiones que querían se cumplieran de inmediato, no decían ni soltaban palabra alguna, pero querían que se les escuchara, que se le obedeciera.
  Fue trágico el desenlace de la incómoda situación, habían pasado dos días en lo mismo y cada minuto se complicaba más. Todo termino en una masacre, los causantes y los rehenes, muertos. Un par de ellos, qué más da si salvamos muchas vidas por una decisión así, dijo un tercero que estaba escuchando nuestra conversación. Tenía acaso razón, me preguntaba, pero mi compañero respondió que eso era una infamia, que si un par de guardias se amotinaban en la cocina tomando como rehenes a varios de nosotros era suficiente justificación para acabar con la vida de alguno de los presos. Obviamente nosotros éramos más que los guardias y aún así no podíamos hacer mucho, ellos tenían el control, sólo queríamos un poco de paz y por ello era necesario encontrar una solución.