martes, 5 de octubre de 2010

Nueva ciudad, nueva historia... (1a parte)

Nueva ciudad, nueva historia. El ser un extranjero atrae una que otra mirada con los primeros pasos, las personas son amables y hay turistas que pasan con aires de indiferencia. Lo primero en mis planes era encontrar un pequeño piso para hacerlo mi hogar, pero antes de eso la urgencia de comer algo me invadió las entrañas, a unos cincuenta pasos encontré una fonda de comida típica, un corte delgado de carne, una o dos verduras y una copa de vino fue suficiente para volver a emprender la búsqueda. Pasaron quince minutos y aún no vislumbraba lugar alguno, una señora discutía con un hombre en la calle desde la ventana, era una pareja y la señora le aventaba su ropa por todas partes a la vez que le atribuía varias infidelidades, un zapato que voló con una increíble fuerza fue a parar en mi cabeza y todo se oscureció alrededor mio. Cuando desperté, la señora que me había golpeado por accidente, o eso quiero pensar, y su pareja estaban sentados a la mesa que se encontraba a lado de la cama donde yo permanecía descansando, aún discutían, pero lo hacían en voz baja y cuando la señora escuchó la aceptación de la falta de su pareja y ya con la mano en todo lo alto notó que yo había recobrado el conocimiento, la cara del que me supongo su marido gesticulo en señal de alivio, como quien se ha librado, la señora se levanto y se dirigió hacia mi, pero antes con un periódico en mano golpeo la cabeza de su pareja y volvió su mirada de nuevo hacia mi, la pregunta era obvia, yo estaba bien le dije, pero seguía sintiéndose algo culpable y claro que lo era por no haberle atinado a la persona correcta, ofreció cuidar de mi y dandome asilo durante el tiempo que fuera necesario, que tenia una habitación disponible para mi, al escuchar eso no perdí el tiempo y pregunte si existía la posibilidad de que yo me quedara por mas tiempo, la cara de duda me hizo añadir rápidamente a mi pregunta una segunda parte, pagar renta, la señora sonrió y me dijo que estaba bien, que iba por los papeles necesario para acreditarme como inquilino y antes de salir volvió a golpear a su pareja, este se levanto y me hizo una mueca como de un niño que sabe que ha hecho una travesura y ahora tiene que asumir unas consecuencias no tan graves.

  Yo ya estaba incorporado para cuando regreso sola la señora con el contrato de renta, me explico los términos, la cantidad que tenia que pagar mensualmente y que debido al pequeño accidente me había descontado unos cuantos números, firme aceptando y me comento que la cena estaba lista, eran ya las 7:00 de la noche y no creí haber estado más de media en aquella cama, di las gracias por la invitación pero comente que prefería dar un paseo para respirar un poco de aire fresco.

  Encontré rápidamente los lugares de interés, el barrio de los ricos, un restaurante con vista elegante, la librería mas vieja y el bar mas espantoso que había. Mi plan consistía específicamente en encontrar a una mujer, la más bella pero inalcanzable para todos, me costo mas de una semana encontrarla y aclaro, no es que sea un vividor, sino que soy un amante profundo que llega hasta las ultimas instancias, perder el interés.

  Su nombre era Amara, una niña mimada de 22 años que tomaba clases particulares con dos profesores de ya avanzada edad, una biblioteca con una sección especialmente grande dedicada al Romanticismo y otra a la filosofía, mujer de buena educación y un tanto costumbrista, sus padres, Alfonso Sandre y Valeria Duzecampri dueños de media ciudad por un monopolio de bancos, siempre ocupados y siempre de viaje. Ella nunca estaba sola, a donde fuera una dama de compañía le seguía a cada paso, su nombre era Enriqueta, era necesario hacerme su amigo para poder tener más fácil acceso a su vida.