miércoles, 20 de abril de 2011

Con los ojos claros de color miel, casi verdes...

No estoy seguro, pero sospecho que en algún lugar alguien de formado o deformado pensamiento y con ganas de amar me espera, bajo la lluvia con un paraguas anaranjado en un puente de piedra o en un café de nombre “la segunda estación” situado en la terraza de un edificio alto de una bella ciudad o en la casa de campo de primavera o de verano viendo una película romántica mientras come palomitas en un tazón azul o detrás de mí con un abrigo verde ocultando un hermoso vestido rojo y unas zapatillas marrones que esperan a que voltee y deje de figurarme situaciones dispuestas a la casualidad de un instante, de un suspiro o de un abrir y cerrar de ojos claros de color miel, casi verdes.
  Hablas, susurras en mi oído palabras dulces, cálidas, casi provocativas que yo atribuyo al viento y no a la sensualidad de unos labios rojos o quizá rosados que rozan el lóbulo de mi oreja. Calla corazón, que no hay nadie atrás de nosotros con un abrigo verde, como tampoco lo está en el puente de piedra bajo la lluvia y con un paraguas anaranjado, ni en el café de la terraza de un edificio alto de nombre “la segunda estación”, ni en la casa de campo de primavera o verano viendo una película.
  No estoy seguro y no quiero voltear con la esperanza de mis cristalinos ojos claros, casi verdes y no ver a nadie. El corazón insiste latiendo fuerte y armónicamente con las sospechas de mi pensamiento, al igual que el viento que con sus labios rojos o quizá rosados susurra unas palabras de manera dulce, cálida, casi provocativa que está ahí, allí detrás de ti cubierta con un abrigo verde ocultando un hermoso vestido rojo, en un puente de piedra bajo un paraguas anaranjado resguardándose de la lluvia, en una bella ciudad en lo alto de un edificio donde en la terraza hay un café de nombre “la segunda estación” y en la casa de campo de verano o primavera viendo una película romántica con un tazón azul lleno de palomitas esperando, con el pensamiento deformado o de buena forma y con ganas de amar.
  Volteo, con los ojos claros de color miel, casi verdes y dejo de imaginar, de suponerme situaciones dispuestas a la casualidad en ese instante de un abrir y cerrar de ojos y en un suspiro se me escapan las palabras: “estás aquí, estás aquí”…