sábado, 19 de marzo de 2011

Probablemente...

Hoy trabajé con personas que en mi vida volveré a ver, quizá en un futuro lejano, pero es más probable que no vuelva a saber de ellos. Agradable equipo de trabajo, muy activo, muy sociable y yo, aún con mi carácter despectivo y silencioso, encajaba haciendo uno que otro comentario a sus pláticas convencionales.  
  Ayer caminaba por la calle, yo llevaba bastón y veinte años más en la espalda, montados, aferrados tan fuerte, que quizá no se daban cuenta que subían a un cuerpo cansado, débil, sin muchas ganas de caminar. Cruzaba la calle, no me percate de que el semáforo estaba en verde, que un hombrecillo rojo me esperaba del otro lado cuando sin avisar alguien me cogió del brazo, a dónde va viejo, dijo una voz femenina, o al menos eso parecía. Una viejecilla a mi lado, con el rostro dulce y una voz que no reconocía, pero que me sonaba familiar. Ande viejo, que el alto se ha puesto y el muñequito verde indica que avancemos dijo la intrigante voz. Algo extraño pasaba ahí, intentaba hacer memoria y posiblemente lo único raro que pasaba era que el hombrecillo rojo de antes había desaparecido. Íbamos a paso lento, la viejecilla aún seguía prendía de mi brazo, estábamos a punto de terminar de cruzar la calle cuando mencionó mi nombre en una pregunta, que si era yo aquel sujeto del trabajo de hace unos veinte años, decía, quizá lo era y probablemente no. No volvería a ver a aquella viejecilla asida de mi brazo, así que respondí que tal vez lo era, pero que tal vez no recordaríamos bien a nuestra edad.