sábado, 12 de marzo de 2011

El circo de las sombras...

A mi llegada al pueblo de Grüterbeich, el aire escondido entre gigantes arboles cubría el ambiente de un aroma peculiar, nunca antes había percibido algo como aquel olor. La gente tenía todavía un aspecto rural, incluso deba la impresión de haber viajado en el tiempo unos cuatro siglos atrás. Mi paso era lento, caminaba con nerviosismo, mi auto, mi vestimenta y mi aroma a colonia de cuarenta libras no encajaban en aquel lugar. Sin pasar desapercibido, unos hombres que trabajaban en milpas de su propio patio se acercaron hasta mi, cortésmente preguntaron si necesitaba algo. La hospitalidad de las personas no me quitaba los nervios, pero era mejor tratar con las personas del lugar de una vez. Con un ligero asentamiento de la cabeza pregunté si era posible que me indicaran el camino hacia “la colina de atrás”, les tendí un oficio que saqué del bolsillo derecho del abrigo y ellos al revisarlo lo rompieron al leer de lo que trataba.
  “Comunicado a encargados del lugar de Grüterbeich:
          Con este documento oficial, se les pide a toda la comunidad de Grüterbeich que faciliten la investigación del agente Rolls respecto al caso de “el circo de las sombras”, terreno situado en los límites del pueblo. Pedimos de la manera más cordial que no compliquen las cosas como en sucesos anteriores y que, si es posible ayuden a que acabemos pronto con nuestro trabajo, así, tanto ustedes como nosotros podremos terminar con esto.
Atte. La federación.”
  La situación comenzaba a presentar algunas dificultades, antes ya me habían advertido acerca de la gente de ese pueblo, pero no lo creía del todo y, ahora parecía que todo era como en los reportes anteriores, “personas hostiles que se resisten a la investigación”. Con los nervios matándome, decidí tomar partido en aquella ofensa, le mencione a las personas con las que trataba que lo que habían cometido era un delito grave, eso no pareció importarles mucho, ya que se dieron la vuelta y regresaron a sus labores de antes, quede perplejo, era mejor dejar las cosas como estaban y seguir por otro lado.
  Mi paso por los andares del pueblo de Grüterbeich era desconfiado, temía un ataque en cualquier momento y de ser reales los reportes anteriores, regresaría de aquel lugar con un grado de locura avanzada. Toque varias puertas antes de encontrarme con un viejo sentado por donde había entrado al pueblo, de quizá ochenta y seis años, hombre bien conservado y de una presencia fortísima y que no correspondía su físico a la edad que poseía, eso intimidaría a cualquiera y, el tener que verlo siempre hacia arriba quebraba mi voz a ratos. Me llevó caminando por malezas y un jardín mal cuidado hasta su casa, donde me invito a pasar. De aspecto antiguo, el lugar emanaba un olor aun más extraño que afuera, las nauseas se abrieron paso por mi cuerpo, no sabía cuánto aguantaría, pero la cortesía que marcaba el acto, tenía que corresponderse de la mejor manera, así que entre primero y se me indico donde podría sentarme. Entonces, ha estado preguntado por aquel terreno soltó la voz del hombre, se sentó en una silla de aspecto gótico, de esas con el respaldo alto y que apenas conseguía hacer menos al gigante viejo. Respondí afirmativamente, le hablé de mi labor en aquel lugar y en lo difícil que había sido tratar con las personas del pueblo. El viejo río de forma estrepitosa y mi nerviosismo, junto con el aire fétido del lugar me indicaban que tenía que salir corriendo, subir a mi auto y marcharme sin mirar hacia ese espantoso lugar. Después de un momento de gracia para el hombre, comenzó a platicarme de lo que ocurría dentro de Grüterbeich, inicio su relato con las raíces de su propia familia, “Los Ivankovft” que eran un grupo de circenses que habían llegado hasta ahí hace dos siglos, dedicados al entretenimiento, un día, al llevar a cabo el acto de magia, que consistía en la manipulación de las sombras, los espectadores del lugar, aterrados y con las palabras aterradas, maldijeron a aquellos que profanaban la sabiduría del cielo con actos profanos y prohibidos como ese. Me dijo que la gente en ese entonces se torno violenta y atacó a su familia, que para entonces él era todavía un niño, pero que recuerda bien como su abuelo, con afán de proteger a los suyos hizo una especie de juramento y todo el pueblo por un momento se lleno de sombras. Que la gente horrorizada juraba haber visto algo en aquella penumbra, algo que no se atreverían ni siquiera a pronunciar hasta el día de hoy. Después me contó que a las dos semanas volvieron a abrir el espectáculo, que pusieron una carpa del doble de alto y el triple de ancho, aquella noche, pronunciaban, seria inolvidable. Y así fue, comentó que ya estaba todo preparado para iniciar, pero que no había persona que hubiese asistido, no había nadie en el recinto y ellos comenzaron, con velas y trazos extraños en el suelo, el abuelo Ivankovft se postró al centro con un enorme libro abierto, conjuraba a las sombras en una lengua desconocía y estas le respondían en el mismo sonido, todo era extraño en su momento y las personas del pueblo presenciaban a lo lejos sucesos extraños, sombras que corrían por las paredes, que hablaban en algún lengua maldita y que se acercaban amenazantes, no había mucho que pensar, era hora de tomar medidas, así que, agrupándose tomaron antorchas y rifles para enfrentarse con los del circo.
  Un seco ruido desconcentro la atención del viejo con el relato, un golpe que parecía haber hecho trizas alguna pared en la parte de arriba sugería algún terror invadiendo mis creencias, acaso era que me estaba sugestionando con el relato, aquellas palabras qué tenían que ver con mi tarea en ese lugar. Pasaron unos minutos y el viejo no volvía, el sol estaba a punto de ceder su posición en el cielo y las sombras parecían murmurar en la antigua casa, todo estaba obscuro y no tenía consciencia de cuando fue que nos sumergimos en tal penumbra. El olor se hacía más insoportable conforme desaparecía el sol y, al hundirse la casa en las tinieblas totales sentí que algo me llamaba desde el piso de arriba. Comenzaba a respirar con dificultad y aquel llamado sólo podía indicar y pronunciar la muerte. Por un instante pensé en marcharme del lugar y ahí fue cuando el viejo Ivankovft bajo con un candelabro en la mano, la luz de la vela le pegaba directamente en el rostro, dándole un aspecto tétrico, parecía más viejo, más muerto que vivo y su andar se había vuelto más lento. No te has movido, preguntó y sólo hice un gesto de negación sin darme cuenta. Tomó su lugar de antes y prosiguió con su relato con una disculpa. Dijo que ya me imaginaba lo que había continuado, el fuego se esparció por el circo con una enorme rapidez, las sombras parecían emitir un doloroso gemido al tocar no las llamas, sino la luz que estas emitían, la familia logro salir intacta y sólo el abuelo Ivankovft había permanecido firme en su lugar, aun pronunciando palabras ininteligibles para los oídos comunes. Murió en aquel infierno provocado, pero eso sólo marcaba el inicio del infierno que se aproximaría después para el pueblo de Grüertbeich, desapariciones, muerte de toda la flora cerca del circo y dolorosas ejecuciones de toda la familia Ivankovft llegaron con el tiempo, el lugar se maldijo con un aura obscura, llena de muerte, de susurros extraños y de presencias  infernales. Al terminar estas palabras se levantó de su asiento el viejo y se colocó frente a una ventana, dijo algo como “ya viene” y cerró las cortinas, haciendo la obscuridad aun más sombría y espantosa de lo que era. Camine por la sendera que esta atrás de la casa y llegará a donde se encontraba el antiguo circo. Agradecí y salí enseguida, el pueblo estaba por completo iluminado, sólo la vieja casa Ivankovft permanecía con el extraño y obscuro resplandor.
  Caminé hacia las casas bien iluminadas y las personas con las que antes había tratado y que me habían roto el oficio en la cara se acercaron hasta mí. Mencionaron que lo mejor sería que me fuera de aquel lugar y que nunca regresara. Con mejor convicción y ya con más seguridad en mis palabras dije que tenía trabajo que hacer. Eso no les pareció la mejor respuesta y con un tono menos amenazador me dirigieron hacia dentro de alguna de las casas, contándome que el viejo Ivankovft venía de una familia de brujos, que habían maldecido al pueblo años atrás con una criatura que sólo podía vivir en la obscuridad y que era por ello que todas las noches se encendían todas las luces dispuestas a combatir a aquel mal. Escuché historias que más bien parecían antiguas leyendas, habladas de seres que habitaban en las sombras y que volvían loco a quien las escuchara murmurar. Qué debía yo de decir ante situaciones como esta. Un temor ya se había apoderado de mi mente y no porque creía todo lo que se me contaba, sino porque podía sentir algo fuera de toda realidad habitando en aquel pueblo.
  Ya había caído la noche por completo y aun continuaba charlando con los hombres dentro de su casa, llegamos a la conclusión de que si de verdad quería permanecer ahí, tendría que tener mucho cuidado y que por lo mientras podría pasar la noche con ellos.
  Lo que diré a continuación no sé realmente si fue un sueño o si en verdad ocurrió. Ya entrada la noche por completo, las luces aun seguían encendidas, a qué le temían aquellas personas me preguntaba recostado viendo hacia el techo. De pronto un ruido ensordecedor se apodero de todo el pueblo de Grüterbeich, la casa de la familia Ivankovft se había venido abajo, yo observaba por la ventana y a lo lejos, una figura extraña caminaba hacia lo que parecía un lote baldío con algo pesado en las manos y detrás de él lo seguía una mancha obscura, no era su sombra, era algo más. El ambiente se lleno de fetidez, nadie pudo dormir esa noche, todos estaban pendientes de lo que sucedía con lo que consideraban un lugar maldito. Los ojos se me cerraban con voluntad propia, algo me llamaba desde lejos, invitándome a un sueño que quizá del cual ya no regresaría. Al día siguiente me desperté de súbito, bajé rápidamente del dormitorio y ahí estaban las personas con las que había pasado la noche, con los ojos sumidos y con el aspecto de muertos. Ya es hora dijo uno de ellos y me condujeron hasta donde se encontraba antes el circo. En el camino vimos que la casa Ivankovft estaba destruida, algo había pasado ayer y eso no parecía preocupar tanto a mis guías, tomamos el sendero que poco se veía por detrás y llegamos hasta un lugar desierto, ahí no crecía la naturaleza, sólo se notaban figuras extrañas delimitadas por unas cuantas piedras. Era un lugar maldito sin duda alguna, el olor se percibía de la misma forma que la noche anterior y en el ambiente una vibración se estaba dando lugar. Mis espantados acompañantes notaban algo que yo no, gritaban que no se podían mover, que algo les estaba susurrando al oído. La escena de por sí ya era espantosa, nadie más estaba ahí presente y los dos que venían conmigo se petrificaron en un instante, los oídos comenzaban a sangrarles, cayendo enormes gotas que pintaban el suelo de rojo, pero lo más extraño es que toda esa sangre corría en una sola dirección, hacia el centro. Estaba perplejo y fue hasta que comencé a escuchar algo como un susurro que corrí sin mirar hacia atrás. Al llegar a la casa donde había pasado la noche, toda la gente del lugar estaba armada y con antorchas en pleno día, no reparaban mi presencia y sólo miraban un punto fijo a lo lejos.
  Cayó la noche y nadie encendió las luces, todos seguían aglomerados a la espera de algo, yo aun seguía contemplando aquellas imágenes en mi cabeza intentando responder lo que había pasado. Un estallido se escucho en dirección del lugar maldito y todos marcharon hacia allí, yo quería huir, pero de nuevo sentí que me llamaban. El olor se hacía cada vez más insoportable, sabía lo que podía pasar, pero mis pies iban tras de todas las personas. Por fin llegamos, la imponente presencia del viejo Ivankovft estaba en el centro del circo, con un enorme libro abierto en las manos, hablando en una lengua desconocida para todos los oídos comunes.
  “…yo escuchaba, después de un tiempo sumergido en la completa obscuridad que una voz me llamaba, me decía que mi tiempo y el de todos los demás había terminado. Y ahí fue cuando vi de quien era la voz, no era del viejo Ivankovft sino de algo que estaba a sus espaldas, era enorme, con un torso animal cubierto por ojos, alado, con cuernos en lo que parecía su cabeza y tentáculos en donde deberían ser los pies, un ser que no pertenecía a este mundo o a este tiempo, un ser infernal que habitaba sólo en las sombras y que se alimentaba de la sangre. Pocos sobrevivimos, Dios nos ampare de lo que nos espera.”
  Eso era lo que decía el informe del agente Rolls, poco después lo encontraron muerto en su habitación del sanatorio mental de Frükenbach, todo había ocurrido en un fallo del sistema eléctrico del lugar, donde se apagaron las luces por un momento y sólo se escuchaban los gritos gritos del agente diciendo que ya venía, antes de encontrarlo como petrificado y con los oidos sangrantes.