sábado, 13 de noviembre de 2010

Daniel? Yo no me llamaba Daniel…

Es difícil tener unas cuantas amantes y no confundirse con los nombres. Ayer me pasó algo muy curioso, incluso divertido debo confesar, estaba con una chica en pleno arrebato pasional, los besos donde quiera, uno que otro gemido placentero y la ropa volaba con una velocidad increíble (yo esperaba que el acto amoroso no fuera de la mis manera). Ella comenzó a quitarse el sostén de una forma lenta y sensualmente provocativa, pero cuando estaba a punto de mostrarme la desnudez de su pecho me contemplo seria, como quien ha entrado en razón después de haber comprendido una ofensa. Cómo me llamo?, pregunto aquella sensual joven, permanecí callado un momento y mi voz por fin soltó un nombre, Sandra? Error, sólo pude contemplar su mirada furiosa antes de que me arrojara lo primero que tenia a la mano, mi celular, arma que pasó rozando mi rostro estupefacto. El sonido crujiente de un objeto que se rompe me hizo recobrar la plena consciencia, comprendí que no había atinado en su nombre, quizá era Zaira o Karen, nunca lo supe ya que salí corriendo con la vergüenza que aun me pudiera quedar.
  Al siguiente día, mientras desayunaba con una joven hermosa de nombre, no recuerdo su nombre ciertamente, pero creo que empezaba con A, Alicia probablemente, analizaba el desfortunio que había tenido, pensaba en mi celular y en como huía sin ropa mientras personas asombradas miraban mi desvergonzado cuerpo, como la policía me había ayudado sin antes dar una explicación y como es que ahora tomaba un café con una rubia. No me estas prestando atención verdad?, escuché sin todavía verla a los ojos, perdona Alicia, me abstraje un momento respondí. El mismo error que antes, pero no el mismo resultado ya que ella me sonrió despreocupada y como intentando  jugar con la situación comento que quizá así se llamaba la otra con quien salía. Yo reí un poco, sabía que ella jugaba y tratando de componer las cosas me disculpe llamándola Andrea. La sonrisa que mantenía antes mi acompañante se transformaba, comenzaba a parecerse a la misma de la chica de ayer, lo había hecho de nuevo y sin querer salieron de mi boca unas palabras más: “tu nombre empieza con A cierto?”. Molesta, la rubia me llamó idiota y dijo que se llamaba Dulce, me tiro el café encima y se marcho.
  Era un desastre, mi mente no podía hacer una simple conexión entre un rostro y un nombre. Llegue a mi casa para cambiarme, despejar mi cabeza y tratar de comenzar bien una relación.
  Pasó el tiempo, yo ya no había salido con ninguna mujer en un buen rato y, al entrar a una tienda de ropa una chica muy linda se me acerco a preguntar si necesitaba ayuda, no la necesitaba, pero hice un comentario que la hizo ponerse nerviosa, coqueteamos un momento y en otro estábamos ya comiendo y teniendo una muy gratificante platica, le contaba de mis experiencias con los nombres, iba en serio, quería que esta relación durase. Ella me miraba, bueno, parecía contemplarme y examinarme con detenimiento, sonrió al cabo de unos minutos y comento que, por si llegase a olvidarme de su nombre siempre que traía el uniforme del trabajo podría ver el gafete para recordarlo, terminamos de comer y pasamos un increíble día.
  Era de noche, por fin había encontrado a la mujer por la que ya no tendría amantes, que recordaría su nombre y con la que viviría feliz por siempre. Entramos a su departamento, ella se metió a su baño con un aire bastante sensual que incitaba al sexo y dijo que la esperara en la cama. Estaba ansioso, así que comencé a desvestirme. Por fin salió, aún con el uniforme, estaba por quitárselo cuando le pedí que esperara, para poder ver su nombre antes de continuar. Se llamaba Amara y ahora si le podía hacer el amor como a ninguna. Se inicio con un juego previo para qua avivaría la intensidad del momento, transcurrió todo el dulce acto y  caímos exhaustos en la cama, saco un cigarrillo y mencionó con voz clara: “eres increíble Daniel”. Daniel? Yo no me llamaba Daniel…