jueves, 14 de octubre de 2010

Mejores amigas solté en mi mente...

Janette era la chica más odiosa del colegio, nunca podía estar en paz con ella y para el colmo nos gustaba el mismo chico. Un viernes en la tarde el grupo se organizaba para ir a un bar donde Santiago (el chico de mis sueños y al parecer de los de ella también) se reunía con su banda y tocaba un poco de jazz, eran las 6 de la tarde y el cielo tenía un hermoso tinte naranja, el sol estaba por ponerse por completo. Ya estábamos por entrar cuando a lo lejos escuche mi nombre, -Clara!- escuché en un sonido muy limpio y el tono de aquella voz que me llamaba tenía una calidez y dulzura que me hizo buscar entrecerrando los ojos hacia la calle, nadie, quizá sólo era mi imaginación.

  Estaba sentada frente al escenario como acostumbraba, Santiago siempre venía a saludarme con un tierno beso en la mejilla antes de empezar el deleitoso espectáculo, pero esta vez no fue así ya que Janette se sentó en la misma mesa que yo y fue ella quien recibió aquel beso. Yo enfurecía por su presencia, cómo se había atrevido a sentarse junto a mi?, cómo pudo él saludarla a ella en vez de a mi? La noche caía con cuidado, bajo un manto de fusión musical y belleza, tenía sentimientos encontrados, el verlo tocando la guitarra, la música y una copa de vino era todo lo que quería (obviamente lo quería a él sobre todo eso), pero su contraparte seguía sentada a mi lado. Fue apoderándose la oscuridad y las luces amarillas en el ambiente, todo indicaba que estaba próximo a terminar la velada en el bar, al menos para nosotras y fue cuando para despedir a la banda con una ultima canción, Santiago tomó un micrófono y recito las palabras mas bellas que jamás nunca había escuchado, me dedicaba aquella canción. Mi oponente repuso un gesto retorcido, debo admitir que no era una chica fea, pero era una perra! (lo tenía que decir) y su rostro perdió aquel atractivo, ella volteo a verme de inmediato y yo le respondí con una sonrisa de oreja a oreja.

  Pasé 6:43 minutos en el cielo y mis compañeras ya se retiraban,eso significaba que yo también lo tenía que hacer, pagamos la cuenta y con mi rostro enrojecido me acerque al escenario, moría de pena, él lo notó y todos sus amigos también, -nos vemos- le dije y le bese la mejilla como él al principio de la tocada lo hacía, parecía que se había percatado del significado, era una cachetada con guante blanco, pero no hizo nada para corresponderme mas que decirme que después no veríamos. Janette seguía sentada en la mesa, como si esperara a que todos se fueran para poder quedarse con él por completo, para mi sorpresa Santiago fue quien se acerco a ella y le dijo algo al oído, yo ya estaba en la puerta y mis ojos comenzaban a humedecer, se había salido con la suya.

  Llegue a mi casa por eso de las 11:30 de la noche, avisé a mis padres de mi llegada y me encerré en mi cuarto para poder llorar tranquilamente, mi hermano notó lo que pretendía hacer, era un buen chico, 6 años mayor que yo, pero parecía que yo era quien era mayor, se comportaba como un chiquillo aún cuando ya tenía un trabajo serio de abogado y estaba próximo a casarse, tocó a mi puerta, le grité que no quería ver a nadie a lo que respondió que tocaba la puerta por cortesía pero que de cualquier forma pensaba entrar y así fue, le avente un oso de peluche cuando vi entrar su sonriente cara, le dio justo en la nariz, lo que me pareció gracioso, -ah! osas, burlarte de mi- dijo, agarró el oso con fuerza y con un gesto de venganza vaciló en aventarmelo, yo me cubrí la cara, pero no sentí el golpe, sólo sentí como se sentaba a la orilla de la cama y ponía el peluche recargado junto a mi. La noche fue larga, le conté lo que había pasado y como siempre, aconsejo la situación de tal forma que me tranquilice por completo. Cuando se fue, yo ya pensaba más claro, Santiago acostumbraba a estar rodeado de chicas, lo cual me producían muchos celos, pero que estuviera con Janette, me molestaba aún más, pero así era esto y ahora sólo quedaba un problema más, la practica de la materia de ciencias, en si no había problema, la cuestión era que formaba equipo con mi oponente. La idea de verle la cara durante todo el día me parecía de lo más abominable.

  Eran las 8:00 de la mañana y mi celular me despertó con una preciosa pieza de Bach (uno de los conciertos para violín), el amanecer era agradable y el agua del baño estaba caliente. Había quedado de verme con Janette a las 9:30 frente a la biblioteca de colegio, yo como siempre aparecí puntal. Espere alrededor de media hora y aún no aparecía, pensé en llamarla por teléfono (no sé porque es que lo tengo), pero su rostro adormecido se veía venir en camino. No me saludo, sólo mencionó que tenía muchas cosas que hacer y que mejor nos diéramos prisa, eso era una ofensa ya que había llegado tarde y se lo dije, a lo que respondió sacando la lengua. Entramos en la biblioteca, ella se miraba en un espejo de mano, comenzaba a desesperarme, así que sólo respire profundo y me dí a la tarea de buscar los libros necesarios. Ya en la mesa de trabajo salió un comentario de anoche, yo enmudecí por un momento, pero mis ganas de saber que era lo que había pasado exactamente me hizo hacer preguntas, caímos en una platica complicada, molesta, tan insoportable como su mal gusto para vestir, habíamos perdido el hilo del trabajo y la concentración la usábamos para buscar la manera de ofendernos. Era la 1:00 de la tarde y se me escapó de la boca algo de lo que me arrepentí después (no era que no pensaba que fuera cierto, pero aún así hay cosas que no están bien decirlas), ella me miro detenidamente, tomó sus cosas y se fue.

  No podíamos escapar la una de la otra, teníamos contemplada toda la semana para hacer el trabajo juntas y así fue, cada mañana de 9:30 (en realidad 10:00) a 2:00 - 3:00 de la tarde avanzábamos un poco, no más porque alguna de las dos siempre terminaba por enfadarse e irse. Fue una larga semana, pero ya era viernes, un día de descanso, entregaríamos el trabajo, volveríamos a distanciarnos y volveríamos a la verdadera contienda, Santiago. Esa mañana, en el colegio, cuando la profesora de ciencias pidió el trabajo, Janette no había llegado aún, no me importaba mucho ya que yo era la que tenía la investigación. Pasaron las clases y no sabía nada de Janette, decidí preguntar a mis amigas, me respondieron con gran sorpresa, cómo era posible que yo preguntara por mi rival?, tenía curiosidad quizá y volví en mi, pensé que la vería en el bar para ver a Santiago, mis compañeras me apuraron para llegar y en el umbral de la puerta el corazón se me agitaba por verla ahí, decirle de la buena calificación que habíamos obtenido, pero nada, ella no estaba. Comenzó el espectáculo y como en otras ocasiones Santiago besó mi mejilla, yo no sentí nada, ni después de que me dedicara otra canción. Mi indiferencia se notaba en todo el lugar, me preguntaron si me sentía bien, respondía que si, que solamente necesitaba algo de descanso. Llegue más temprano de lo habitual a casa, mis padres les pareció sorprender, pero le venía mejor que llegara a una hora más cómoda para todos, subí a mi recámara como de costumbre. Yo esperaba con el oso de peluche en las manos el tocar de mi hermano, así fue dos golpes como de costumbre pero yo rompí aquel ritual diciendo entra, mi hermano situado aún detrás de la puerta dijo que si esta vez no quería que se fuera o quizá debía irse para romper por completo con lo habitual, le pedí de nuevo que entrara, él asomo su alegre rostro y cuando me vio con el peluche en las manos comento que ahora entendía todo, volvería a golpearle la nariz con el, yo reí y negué con la cabeza, esta vez era diferente le conté todo mi día y volvió a aconsejarme dejándome tranquila para cuando se fue. Tenía razón, yo no detestaba a Janette, la quería (de una forma ínsula, pero de verdad la quería), era ya parte de mi vida, yo le comprendía muchas cosas y ella me comprendía otras tantas más, amigas?, no!, mejores amigas solté en mi mente...