viernes, 15 de octubre de 2010

No, no es la muerte, sólo es la menesterosa de mi amada...

La mirada agónica no perdía la atención de la puerta de la habitación, silente esperaba. Tocaron la puerta, no respondía a aquel llamado, se mantenía callado hasta que se abrió la puerta y entró quien tocaba -no, no es la muerte, sólo es la menesterosa de mi amada...- dijo con un aire irónico y dolido.