viernes, 17 de diciembre de 2010

El bobo más bobo del mundo...

Contaré la pequeña historia de aquel hombre que pretendía jugar al “amor”. Jugaba era la palabra indicada. Una, dos o tres mujeres lloraron en su hombro, reían con él, juntaban sus labios con él! Descuida, todo irá bien, se repite y dice a la vez de uno, dos o tres rompimientos. Ahogado por no conocer las reglas del juego, se ve sumergido en la tristeza, embriagándose con una cerveza en compañía de la mejor amiga de nombre melancolía que hay en ese momento. Llama a los demonios, al cielo y a Dios, implora que la culpa no ha sido de él, cómo culparse uno mismo, excusándose tras malinterpretaciones y tergiversando la realidad, aunque no se conozca esta, todo para librarse de la mala pasada. A ratos, maldice los nombres de las mujeres para después romper en llanto, sintiéndose miserable y culpable él, por todo tras aquella cerveza. Ya contrarrestando el efecto adormecedor del alcohol y más despierto por la adrenalina que causa el pensamiento del cambio, como una metamorfosis hacia una nueva y mejor persona, decide por arreglar las cosas, una, dos o tres veces, las que fueran necesarias para enmendar el error o quitarse la culpa al menos.
  Con un ramo de flores en la mano que sostiene al mismo tiempo el cuerpo frio de la guitarra y con la desafinada voz canta, canta al amor, canta al perdón y a la oportunidad. Una, dos o tres veces se consigue entrar de nuevo al juego, sin darse cuenta de que no se trata de jugar y menos sin conocer las reglas. Tiempo de flores, tiempo de felicidad hasta que de nuevo comete una equivocación, no culpes al corazón, el no tiene la culpa de la ignorancia. Se ha de aprender un día, a la buena o a la mala, pero seguir “jugando” como diría alguien, siempre estando presente para el amor, ya que alguna vez este nos ha de voltear a ver y decirnos como hay que hacerlo.
  Hay que estar atentos, porque las reglas o instrucciones que nos da el amor mismo no se dan una, dos o tres veces como quisiéramos, sólo y únicamente ¡por una vez! No, no es cierto, la verdad es que toda la vida nos las están dando, lo importante es que uno esté atento de encontrarlas, cosa que muy pocos hacen, la mayoría espera ser amados así sin más, tienen la idea de que el amor lo encontraran por casualidad doblando a la vuelta de la esquina y serán felices por siempre. Pero bueno, eso ya no forma parte de la historia del uno, dos o tres veces “el bobo más bobo del mundo”.