martes, 17 de mayo de 2011

La campanella...

¿Por qué habría de perdonarle? Acaso no era bastante obvia mi respuesta a su un tanto molesto cuestionamiento que haría en un rato más. -¿Estás enojada?- Preguntó él cuando terminaba el último promocional y empezaba de una vez la película. -No, pero puedes ir por las palomitas- dije al mismo tiempo que le sonreía. -¿Ahora?- resolvió, mirándome con cierto disgusto. -Por favor… tú escogiste la película- dije con un tono coqueto, algo sensual, y lo suficientemente provocativo para que hiciera lo que yo quisiere. Así fue, la sala estaba medio desierta y ahora un ocupante se retiraba en busca de palomitas, vaciando un poco más el lugar. En escena una mujer caminaba semidesnuda en dirección a puerta supuestamente cerrada, con una tétrica luz resplandeciente por debajo y una música de fondo que indicaba suspenso. Las atentas y observadoras personas fijaban su atención en un aumento proporcional al acortamiento de la distancia entre la mujer semidesnuda y la puerta, yo comenzaba a distraerme con los dedos de mis manos, las uñas las tenia mal pintadas y eso no me gustaba, saque mi pie deslizándolo suavemente del zapato y note que tenía una roncha, causada por un piquete de mosco la noche anterior, sobre el dedo más pequeño. No tenía comezón, eso era bueno. Para cuando me percate de que mi compañía regresaba con una gran bolsa de palomitas la película por fin captaba mi atención, por alguna razón la semidesnuda mujer llevaba ya un abrigo y se encontraba del otro lado de la misteriosa puerta, pero eso no fue lo que me intereso, sino que la música de fondo había cambiado, ahora se escuchaba “La campanella”, tampoco tenía la más mínima idea del porque habían utilizado aquella pieza en la película, pero ya prestaba atención a lo debido.
   Pidiendo disculpas, el hombre de las palomitas se abría paso entre una pareja que se encontraba en la orilla de la fila donde nosotros estábamos, oculte rápidamente mi pie y voltee a verlo, de nuevo la película me había perdido. Él estaba a punto de sentarse, cuando inevitablemente tuve que preguntar por los refrescos. Sabía que no había comprado y por eso preguntaba, aún cuando lo único que yo tomaba era agua. -Tienes que estar bromeando…- dijo él al sentarse, tenía una cara de preocupación y yo me mantenía firme en mi postura. -Olvídalo- solté después de un rato y sonreí para mis adentros.
   Habían pasado quince minutos y faltaban otros dos para recibir un cuestionamiento parecido al que había recibido antes de que comenzara la película por parte de mi compañía. Dicho y hecho, eso de verdad me molestaba un poco, esa actitud de querer estar siempre bien con la otra persona. -No te preocupes- le respondí y procuramos voltear la mirada hacia la pantalla. La situación comenzaba a calmarse entre nosotros, en la pantalla volvía a aparecer la mujer ahora semidesnuda  y él prestaba mucha atención, yo había abandonado todo interés en la proyección y en estar ahí, acerqué mi pierna casi hasta rozar su mano, ofreciéndosela  para que se recargara y nada, estaba embobado en la película, volví a sentarme con normalidad, pensaba que esa afrenta cometida contra mi pierna era un buen motivo para retirarme. Estaba decidida y en un momento me levante y le dije que me iba, que necesitaba un tiempo, el me miro con los ojos cristalinos, se levantó y me dijo que lo perdonara. ¿Perdonarlo? ¿Por qué, por lo de mi pierna, por prestar atención a la película, por estar conmigo? -Nos vemos- dije cariñosamente al final y tiernamente le deje ver una sonrisa.