martes, 9 de noviembre de 2010

Es como sentir que el agua se te escurre de entre las manos...

Es como sentir que el agua se te escurre de entre las manos cuando estas en la parte trasera de un auto tratando de mantener con vida al compañero, al amigo y al amante que siempre tuviste a tu lado. Minutos antes te encontrabas desayunando tranquilamente con una taza de café, la gente pasaba a tu espalda sin reparar en tu presencia, el mesero que intentando ser amable llega con su sonrisa fingida a preguntar si algo más se te ofrece, tú esperas y sabes que nunca te ha gustado esperar, miras la hora en aquel reloj blanco que te regalaron tus suegros en uno de tus mucho cumpleaños, las 10:32 y sonrojas por ser tan impaciente, sólo han pasado dos minutos de la hora acordada, bebes un poco de café.

  10:35 ahora si impacientas un poco, miras tu celular para ver si no tienes una llamada perdida o un mensaje que justifique la impuntualidad de aquella persona a quien quieres. El mesero se acerca de nuevo, tú le ganas la palabra y mencionas que cuando necesite algo se lo pedirás, es molesto y más con esa sonrisa de oreja a oreja que denota estupidez, volteas hacía todas partes intentando vislumbrar alguna silueta conocida por las calles transitadas, llenas de desconocidos. Un hombre, que te parece familiar te hace levantar del asiento y notas por un momento que el mesero hace un movimiento para acercarse, no te importa, el corazón te late con fuerza al encontrar aquella figura que viene hacía ti. Nada. No es la persona que esperabas y al devolver tu cuerpo al asiento observas de nuevo al mesero, se está alejando, va en dirección de otra mesa, quizá ha notado tu cara desesperada y, en un instinto de sobrevivencia ha modificado su curso. El reloj marca las 10:38, estas a punto de llamarle, pero suena tu celular y tu mal humor se desvanece, buscas impaciente en la enorme bolsa que está colgada en el respaldo de tu silla y entre ropa, zapatos y de más artículos femeninos logras asir la vibración y contestas sin percatarte de quien es la persona que llama, amor? preguntas, pero al otro lado del teléfono una voz conocida de mujer responde con un divertido "no", pides disculpas y le explicas que estas esperándolo, que llevas nueve minutos aguardando y enseguida escuchas una risa, preguntas a que se debe esa reacción, no te parece divertido permanecer a la expectativa y mucho menos tomar el desayuno sola y cuelgas. Estas más molesta y ya son las 10:41.

  Después de tres recibes un mensaje que: "No te molestes amiga,  reí porque ha sido muy poco tiempo, se que nunca te ha gustado esperar, pero no a tal grado, además, sabes cómo son los hombres, siempre ocupado haciendo nada, no te molestes vale, te quiero mucho amiga, besos..." Piensas que a lo mejor estas exagerando y que necesitas un vaso de agua, llamas al mesero, pero este, en la desconfianza que le has creado hace que tarde un poco en decidir si ir o no. Respiras, no quieres volver a molestarte pero es inevitable, ya que al revisar tu reloj notas que son las 10:47, han pasado más de quince minutos y con un desconsiderado grito le ordenas al mesero que venga, pides tu vaso de agua y te decides por llamarle a su celular.

  Tu mirada se pierde, el celular cae de tu mano y parpadeas lentamente. Te preguntas por qué has sido tan impaciente, aún no reaccionas y a tu compañero se le va la vida en la parte trasera de un auto. Despiertas de aquel trance y sin importarte la cuenta del café golpeas al mesero que viene con el vaso de agua.

  Ya fuera del restaurante pides un taxi desesperadamente, mencionas que no tienes tiempo al conductor y das la dirección sin más. Llegas a casa y notas que todo está hecho un desorden, agitada, gritas su nombre, no tienes respuesta, quizá has llegado muy tarde y sales a la calle a pedir ayuda. Te das cuenta del auto, corres hacia allí, lo encuentras, se está desangrando por una herida en el estomago, pides auxilio y tus vecinos se acercan preocupados, contemplan la escena pero no saben cómo socorrerte, rápidamente le dices a uno que conduzca hasta el hospital mientras tu pretendes atender la herida. Es como sentir que el agua se te escurre de entre las manos cuando estas en la parte trasera de un auto tratando de mantener con vida al compañero, al amigo y al amante que siempre tuviste a tu lado.

  Llamas al hospital tratando de no perder el tiempo y al llegar sólo observas como se lo llevan sobre una camilla, corres tras él y una enfermera detiene tu paso, exiges entrar, gritas desesperada y rompes en llanto. No hay nada más que hacer, observas el reloj y ya no importa, ahora sólo te queda esperar.