viernes, 8 de abril de 2011

Silencio y obscuro, como en el teatro...

Elocuente es el saber cuándo se encuentran las palabras indicadas para referirse correctamente a un sentimiento encontrado por dos pasiones dadas, dijo Mr. Happy al encender por primera vez la luces en el escenario, vaya inicio de la obra pensé, sus palabras parecían ya las de un adulto, ya había madurado, no era el Mr. Happy que conocí alguna vez.
  De discurso poético para pedir la mano de la amada, de discurso retorico para hablar de política y para convencer y de discurso simple, para los amigo y no tan amigos, más claro para los que queremos y apreciamos y más rebuscado pero igual de simple para los que no queremos tanto, los indiferentes y un poco para los que odiamos, con el corazón y con algo más que sencillas palabras. Supongo que yo entraba en la categoría de los que no quería tanto ya que efectivamente encontraba rebuscado el lenguaje de quien hubo sido mi amigo de la infancia. Hace años que no lo veía, serian alrededor de unos veinte por lo menos, cuando aún éramos unos chavales de primaria, sumergidos en una época extraña donde fuimos diferentes al resto de los niños y que por maldades del destino o azares de un viejo hombre de barba blanca uno de nosotros se veía obligado a desaparecer, alejarse el uno del otro, las razones, ya no las recuerdo, pero ahora eso no importa, me da gusto encontrarlo de nuevo ahí, con el haz de luz dándole protagonismo, en el proscenio, con esa cualidad de orador que siempre le favoreció con los profesores y poco después con las mujeres, dando un discurso de no sé qué categoría, que para mi gusto, lo era de toda la existente. Bellas palabras para un cambiado Mr. Happy, ahora pienso que debí ser yo, quien menesterosamente debió desaparecer aquella vez en lugar de mi viejo amigo imaginario, que en este instante gozaba de plena admiración y fascinación de todos los que nos encontrábamos como público.
  Silencio y obscuro, como en el teatro.
  Mi acompañante no guardo las lágrimas y al esperar un poco para que cerraran el telón se levantó de inmediato con el aplauso surgido antes de terminar de erguirse de pie. Karina era una chica alegre, bastante sensible para este tipo de espectáculos y en este momento se veía tan hermosa como siempre, llena de esa luz que ilumina la vida de uno y la hace mejor, simplemente maravillosa.
  Pasarían cinco o diez minutos de que se cerró el telón y de pronto se abrió de nuevo, mostrando a un engrandecido Mr. Happy dando las gracias y observando todo en rededor y, en un momento estábamos cruzando miradas, teniendo conocimiento el uno del otro, sabiendo que ya hacía mucho tiempo de nuestra separación y que hoy se podría reparar esa hybris que se había cometido contra nosotros muchos años atrás y que posiblemente nos marcaría de por vida. Las miradas continuaron fija la una en la otra, como hipnotizando a cada una de las partes y fue hasta que Karina me jalo de la manga derecha que desperté de ese letargo, me estaba pidiendo que nos acercásemos, que deseaba conocer a Mr. Happy en persona, estaba entusiasmada y, pensando que probablemente le causaría envidia, le comenté que tiempo atrás yo era su mejor amigo, en época de chavales, más precisamente en la primaria. Con entusiasmo saltó delante de mí, no cabía en su emoción así que apresuramos el paso para el encuentro con mi viejo amigo.
  Hace tiempo que no nos veíamos Enrique, dijo con la voz profunda Mr. Happy antes de que llegásemos hasta él, me tendió la mano y acto seguido se volvió hacia Karina y le tomó de la mano para después versarle con delicadeza el dorso de la misma. Yo respondí alegando que aún se acordaba de mí. No me parecía extraña su forma de actuar, pero mi compañera ya había caído en ese encanto suyo, dejándome a un lado sin siquiera notarlo, tanto ella como yo. Mi viejo amigo nos invitó a pasar tras bambalinas y nos condujo hasta una mesa que servía de utilería en alguna otra presentación de teatro, nos sentamos y teniendo la atención de acomodar a Karina en su asiento mientras yo hacía lo propio comenzó a platicar al trabajo acerca del trabajo que presentaba en ese lugar, de verdad era interesante todo lo que decía y creo que solo se vio aumentado todo eso por el tiempo que había pasado sin vernos. La plática se siguió por largo rato y yo parecía ya no encajar en la conversación, ahora Karina y Mr. Happy se limitaban a alagarse el uno al otro, haciendo mención de la perfecta oratoria de mi amigo por una parte y por otra a la belleza de mi compañera, no encontraba el momento justo para intentar hacer entrar un comentario de mi parte. No me molestaba la situación, no del todo así que valiéndome de sentimiento encontrados pude resolver un comentario interrumpiendo la monótona conversación para mencionar que iba al baño, Mr. Happy me indicó en qué lugar se encontraba y me retire hacia el lugar donde me había indicado rozando el hombro de Karina con una mano, esperando que me volteara a ver, cosa que no sucedió.
  El agua fría refrescara mi pensamiento. Silencio y obscuro como en el teatro.
  Al regresar a donde estaba no pude soportarlo, lo temía, pero no quería hacer caso de lo evidente ahí estaba, frente a mis ojos, la escena de la traición, Karina y Mr. Happy ya no estaban, habían desaparecido y en la mesa solo se alcancé a ver una nota con el mensaje de “ADIOS”, con la misma letra que había encontrado unos veinte años atrás en una carta dejada por mi mejor amigo antes de partir cuando en ese momento todo se teñía de blanco a  mi alrededor, cuatro paredes que encerraban una cama y la única salida con una rejilla para poder mirar se abría por fuera. ¿Cómo se encuentra hoy Mr. E? ya pronto vendrá el doctor a hacerle unas pruebas dijo un hombre con bata del otro lado de la puerta. ¿Mr. E? me pregunté enseguida de escuchar a aquel hombre, ¿acaso era yo quien ahora había desaparecido como dike, para esta vez dejar fuera a Mr. Happy? Quizá era mi turno de convertirme en un gran orador y preparar un discurso para recuperar a la que había sido mi compañera y después ya no para los siguientes veinte años por lo menos.
  Silencio y obscuro, como en el teatro.