martes, 26 de octubre de 2010

El hombre del espejo...

Sentado junto a un hombre con cara de caballo en el parque, me puse a platicar con aquella figura como si fuera un viejo conocido. Pregunte si era posible verse al espejo y no reconecerse, volteo con la mirada perdida, tratando de enfocarme con un solo ojo, a mi me aterraba aquel perfil de color gris claro. Con un tono ofendido me dijo que si me estaba burlando de él, yo respondí apresurandome a evitar algún conflicto que para nada, la pregunta había surgido porque una noche antes, al terminarmi baño nocturno, me había contemplado al espejo, que al estar parado frente a ese reflejo ví que aquel hombre dandome la cara, estaba llorando y no sabía por qué lo hacía, su semblante era triste, como la de quien ha pérdido a un ser querido. El hombre con rostro de caballo asentía conforme yo le iba narrando, parecia estar analisandome con cada palabra que yo expulsaba de mi corazón, así era, si alguien pudiere ver dentro, vería como entre sangre y oxigeno, letras esparcidas iban formandose con cierta congruencia. Cuando estaba por decir algo más, aquellos dientes, enorme y amarillos se mostraron y, junto con la lengua y los labios igual de enormes, articularon un "guarde silencio un momento", comenzaba a ponerme nervioso, su figura ya no me era normal, manos estaban sudando y en mi mente, ya no en mi corazón se formaba una frase que emprendería la acción de salir corriendo. Estaba por levantarme cuando añadio -le has brindado ayuda?-, por un momento vacile, ayudar a quién?, pensé, claro! al hombre del espejo...