jueves, 9 de junio de 2011

La caja de madera...

Como veces anteriores no pudo evitar tomar un esférico chocolate de la caja de madera, siempre estaba ahí, con la tapa apenas descubriendo una parte del tesoro que resguardaba, invitando a coger uno y ser feliz mientras durara el sabor en la boca, era chocolate amargo.
   -Parece que no se acaban ¿cierto? Decía una delgada y quebrada voz a la dueña de la mano que asía el dulce entre el dedo índice y pulgar.
   -Lo siento abuela Greta, nunca pude resistirme a tomar uno.
   Brisa no tenía ninguna mala intención al tomar cada una de las esferas obscuras desde que era una niña de la caja de madera, era cierto que era un placer que apenas y duraba lo que permanecía en la boca, pero aún así sabía que era una mala acción respecto a la educación que le habían brindado precisamente en aquella vieja casa.
   -¿Ya cuánto tiempo llevas con la casa abuela? Sonaba un poco descortés la pregunta, se daba cuenta de ello, pero tenía a su favor que era la nieta favorita.
   -Ay hija… Se notaba cansada la respuesta, no porque le molestara, sino porque cada vez que se le cuestionaba por la casa, ya sea por alguna habitación o por cualquier cosa, no podía dejar de recordar. –Parece que desde siempre. Una sonrisa se le formaba en el arrugado rostro, quizá había sido un buen recuerdo el que pasaba por su blanca cabeza en ese momento, nadie más que ella lo sabría.
   Brisa sonrió a la par de su abuela, le daba gusto verla así, sugería que pese a todo lo que había vivido la felicidad le permanecía intacta. Pronto cambio el semblante de la nieta, la señora Greta no hacia ningún movimiento, se había congelado en un tiempo difícil de alcanzar, el de una mente que probablemente sufrió mucho, su sonrisa se desdibujaba a cada segundo que pasaba y eso comenzó a preocupar a la nieta. El chocolate que se había metido a la boca no se movía tampoco, se derretía muy lentamente simplemente y la constante salivación hizo que por mero acto reflejo, como si pasara bocado alguno, el ahora líquido chocolate cayó por su garganta haciéndola sentir como si se ahogara al principio. Eso la despertó del transe en que se había sumergido, pero su abuela aún seguía ahí de pie, inmóvil.
   -¿Abuela? Era una voz temerosa, pálida en su tono.
   -Si… Dijo reaccionando, como si nada hubiere pasado.
   -Nada. La respiración le había vuelto a ser como acostumbraba, dio unos pasos hacia adelante y abrazo a la mujer que tenía enfrente. -Te quiero abuela. Tras decir esto se dio media vuelta para volver con los demás que esperaban en la sala de invitados.
   -Hija, ¿no quieres otro chocolate? Preguntó la señora Greta antes de ver a su nieta salir por la puerta de la habitación.
   Era un agradable clima para un funeral. Todos estaban esperando dentro de la sala a una sola persona, bebían chocolate a falta de café, el ambiente se respiraba silencioso y Brisa, por no caer en ninguna grosería se volvió hacia dentro de la habitación de donde salía, negando con la cabeza, rechazando el chocolate que le habían ofrecido.