miércoles, 24 de noviembre de 2010

Siempre igual...

Siempre igual. Cada mañana al despertar iba al tocador y me observaba detenidamente durante media hora delante del espejo, mi esposo aún dormía y yo moriría de vergüenza si supiera de mi manía (lo sé, por qué tener pena con el hombre con el que he pasado los últimos 10 años). Algo siempre estaba diferente cada vez que me paraba frente a ese reflejo ajeno, no era yo, algo diferente me mostraba cada vez. Un día, mirándome como cada mañana, note una arruga bajo mi ojo izquierdo, no me importaba la vejez sino la trasmigración de algo muy dentro de mí a un cuerpo diferente, la posibilidad de cambiar de cuerpo por la noche mientras dormía era aterradora, dónde había quedado mi cuerpo de ayer, y el de hace 13 años?, con el que había enamorado al que hoy es mi marido ya no estaba, se encontraba desaparecido en el tiempo y nunca lo volvería a recuperar. No puedo pensar en un alma, que sea eso lo que permanece intacto, nunca fui creyente de esas cosas.
  Una mañana me di cuenta de algo sumamente espantoso, tenía el cabello cano, había arrugas donde antes no había, mi estatura disminuía paulatinamente con el tiempo y lo peor de todo, es que no seguía siendo yo, no la de antes y si la de siempre. Mi esposo aún dormía y yo seguía con la misma vergüenza de que supiera de mi manía, quién era él? Y quién era yo?...