domingo, 27 de marzo de 2011

Nunca me ha gustado despertar en otro lado que no sea mi cama...

Antier no pude dormir, quizá fue todo el vino ingerido lo que me hizo pasar toda la noche conversando un tema que por mucho, es el que más detesto, mi vida. Decir que fue una mala noche no sería lo correcto, hubo buena comida, excelente música y una compañía que supongo no es para mí, tal vez por eso fue que hable, y hable mucho, contando un pequeño resumen de hace unos meses para acá y ahora que lo pienso bien, no ha sido una mala vida, cabe decir que siempre estoy peleando con ella, que no me gusta cómo funciona, que después de estudiar y practicar posibles filosofías sobre cómo vivir la vida, ninguna me ha convencido tanto como la de estar en guerra con ella, no quiero decir con ello que me disguste vivir, sino que la lucha constante, marcada con su sello característico de la insatisfacción ante todo, ha mostrado ser más eficiente que cualquiera, en pocas palabras: “vivo apasionadamente y me gusta, aunque me queje todo el tiempo y parezca todo lo contrario…”. Pero volvamos al vino, kriptonita  y placer de algunos, dulce néctar que me da el don de hablar más cuerdo y congruente, de ser más sociable y hasta divertido con la demás gente odiosa. No recuerdo si fue la novena o decima copa la que me hizo pensar en un amor, o más que amor un sufrir (el amor se sufre o se padece, no quiero decir con “sufrir” como un “¡¿hay Dios mío por qué a mí!?, sino como el de sentir, y sentir que se está vivo, pero no caeré en esta vieja discusión ya que me han hecho entender que no debo generalizar, ya que temas como éste se aprecian y deliciosamente mejor para sí mismos que para los demás.”) y mientras pensaba en ello pronto olvide al sueño, ahora me encontraba en un sillón que pronto se convertiría en sede de encuentros corporales “casuales” y uno que otro ronquido después. Pensaba, solo pensaba y pensaba que para esta vez la palabra “solo” quedaría mejor escrita, ya que no habría distinción a la forma de escribirla y referirse a cualquiera de los posibles significados, ya que se había decidido que “solo” ya no llevaría tilde en ninguna circunstancia. Era evidente que habían sido más de (y que) copas para llevarme a poner algo como eso en mi cabeza, todo mientras se suponía platicaba con alguien y, un “¡Dime algo!” me devolvió de las profundidades de mi perturbada y aberrante cabeza al ambiente de realidad, de fiesta en la que me encontraba, qué podía hacer sino lo que acostumbraba, disculparme y pedir que me recordaran de que estaba hablando. Había sido una buena elección de palabras como siempre, ya que obtuve otra copa de vino y un recordatorio que hizo del incomodo silencio una plática cálida y amena.
  Así como me podía engrandecer, me podía destruir. No hablo de mi persona, sino de las palabras que ésta emana, de verdad fue bastante vino y el silencio indicaba que todo terminaba, un minuto de silencio después de una apasionante charla solo eso puede indicar, la muerte o la culminación de la misma. Salud dije yo y ambos chocamos las copas y volvimos cada uno a lo que estábamos antes de cruzar palabra.
  La copa se había vuelto a vaciar y yo volvía a los pensamientos sin sentido como el que antes hube tenido. La tristeza me invadió de nuevo, ya tenía rato que no hacia acto de presencia y aventajándome a ella decidí que era mejor dormir, me levante del sillón y fui directo al baño, había ingerido bastante cantidad de liquido y sentía que comenzaba a marearme y asfixiarme por el calor de la noche, nada que orinar y echarme agua a la cara no solucionara. Al salir del cuarto de baño no pude regresar al sillón donde estaba dispuesto a continuar indagando en mi pensamiento, ya que, como predije, una pareja se encontraba con el tacto de sus manos y la suavidad y sensualidad de sus labios rozandose unos con los otros. Era una señal, tenía que abandonar todo indicio de locura insana con la que acostumbro embriagarme y pasar a la cocina en busca de más vino.
  La noche avanzò a largos tiempos, buen pasar de distracciones que aligero mi pensamiento, pero no tomaba en cuenta que ya había iniciado un proceso un poco antes de levantarme del sillón, el de juntar sueño y dormir. Los ojos comenzaban una pelea por cerrarse, ganando voluntad propia y entrecerrándose para nublarme cada vez más la visión. Ustedes ganan, solo déjenme buscar un lugar donde descansar dije y, no olvidemos que estabamos en una fiesta, así que varias miradas se fijaron en mis desatinadas palabras y solo una de ellas se acerco hasta mi y pregunto que si ya estaba cansado y si deseaba dormir, ¿acaso se notaba o por qué adivino mi pensamiento? Sí lo sé, sé que dije “buscar un lugar donde descansar” y por ello también  inferirán más o menos de cuál era mi estado para entonces. Me vendría de maravilla respondí sin dudar y fui conducido hacia el sillón donde antes estaba yo y hace unos momentos estaba la pareja ahora desaparecida. Creí que estaba ocupado comente a lo que se me respondió que así era, pero que ahora ocupaban sus labores en otro lado. Una cama pensé, pero no quería pensar, ya que ahora dormiría en un sillón que no era mi cama, en una casa que no era la mía. Nunca me ha gustado despertar en otro lado que no sea mi cama, o en una cama al menos, pensé de nuevo.