El viento sopla con una delicada tranquilidad y las hojas, de un color anaranjado truenan bajo los pies a cada paso. Alfombras largas de otoño por las calles que invitan a la realeza, de cualquier tipo de clase social a recorrer paisajes de naturaleza muerta y de arboles desnudos con un tranquilo susurro de acompañante. El sol comienza a ocultarse, el cielo toma tonalidades de amarillas a rojizas en el horizonte y los niños, que juegan en las pilas de hojas recogidas en los parques no preocupan del tiempo, saben que, cuando la luz natural del día termina ellos regresan a su natural estado, como estatuas que adornan la ciudad. Los niños toman posición en las fuentes, varios en algunos monumentos y otros, los más listos se convierten en adultos para continuar con las andadas, tronando las hojas con los pies de una forma diferente, más sensual y acompañados por una persona que los cogen de la mano. El aire es más agitado por la noche, el tiempo parece alcanzar mayor velocidad aunque avance de la misma manera. Las luces artificiales comienzan a encenderse y los adultos que adornaban antes las calles, ahora van teniendo movilidad, como despertando. Por la mañana y por la noche los dueños se rolan su espacio, tronando hojas bajo sus pies.
No habrá más remedio que usar la imaginación para recrear las sombras a partir de unos cuantos ases de luz...

domingo, 28 de noviembre de 2010
sábado, 27 de noviembre de 2010
Lo siento...
El vino sobre la mesa, el reloj a tiempo y sólo faltaba que yo cruzare la puerta para encontrarme con mi esposa, no quería entrar. Al abrir la puerta mi mujer me recibió con un cálido abrazo, no podía existir un acto más hipócrita que ese, me besó la mejilla y dijo que me sentara, que en un momento estaría la deliciosa cena que había preparado. A los quince minutos de espera, las velas se consumían y mi copa estaba medio vacía ya, pasaron veinte y por fin apareció con un jugoso trozo de carne humeante, mi comida preferida. Pensaba que tan grato platillo era sólo para arruinarme aún más la vida, que lo hacía a propósito y que no le molestaba, al contrario, le daba un motivo para echarme en cara todas las faltas, las groserías y todas aquellas amenazas de colgarse en la sala, donde íbamos a cenar en este momento o por lo menos probar bocado para iniciar la cansada conversación de siempre. Cómo estuvo tu día? Pregunto a la vez que tomó asiento, respire hondo antes de responder, pero al verme hacer un gesto para responder prosiguió diciéndome que para qué tomaba aire, que si suspiraba para recordar mi día y poder mentir a gusto, engañándola. Obviamente estaba cansado, por eso el suspiro, y fue lo que le dije a continuación, que había tenido un día pesado y que me preparaba para contárselo todo. Callada, como si esperase que la disculpara por aquel impulso. Escuchaba atenta mientras cortaba la carne, sin comerla. Al terminar mi relato me lleve un pedazo de carne a la boca, movimiento que hizo que ella tomara la palabra de nuevo, no vas a preguntarme cómo me fue? Pregunto y el bocado que tenía comenzaba a estar insípido. Sus labios se movían con intensidad, sabía lo que significaba el abrir y cerrar de su boca, pero ya no la escuchaba, tantas discusiones habían fatigado mi paciencia y ahora la oía sólo por cortesía, aquí venían las advertencias sobre encontrarla colgada un día al regresar del trabajo, el pedazo de carne en mi boca ya sabia desagradable. La observaba tranquilamente, como esperando el termino de sus falsos ultimátum, mis ojos se ennegrecían debido al sueño que me poseía. Ya estaba por acabar su discurso, era el momento en que las lágrimas empezaban a notarse en sus cristalinos ojos y después de un rato, el llanto lastimoso se apoderaba del silencio, se levantó de la mesa y la silla en la que se encontraba cayó de súbito hacia atrás. Entendía bien lo que tenía que hacer, como antes, me levante de mi asiento y fui a donde estaba ella, le dije que lo sentía, que ya no iba a hacerle daño, que me perdonara. Con mis manos le recorría su enrojecido cuello, le besaba la nuca y peregrinaba mi boca por su espalda, llenándola de besos. Su indiferencia y frialdad me indicaban rechazo a cada caricia, yo estaba triste y ella, ya no lloraba, sólo se mantenía inmóvil. Arrodillándome, la abracé fuertemente de las piernas, ahora era yo quien lloraba y mis lágrimas corrían por sus largas piernas, le pedía perdón mientras besaba sus pies despegados del suelo, oscilantes.
viernes, 26 de noviembre de 2010
Te amé sin conocerte...
“Te amé sin conocerte,
en las entrañas de mi sueño,
en las locuras del presente…”
Entre mis lecturas me tope con estas solitarias líneas, significaban mucho para mí y me encarnaban al mismo tiempo que te describían. El polvo viejo, como a los libros, ahora cubría mi descuidado cuerpo después cierto tiempo, la inmovilidad y el silencio mismo ofrendado a nuestra causa ahora se arrumbaba en un librero olvidado, como a los libros. Sólo existen notas en algunos cuantos textos que se refieran a nosotros, unos solos para ti y otros solos para mí. Abandonados al descuido, la poca luz amarillenta ya no nos hace sombra, pero tampoco nos hace legibles. Y ahora, como a los libros, sólo unos cuantos pasan e imaginan por nuestras páginas…
jueves, 25 de noviembre de 2010
A veces desearía que pudieras mentirme...
A veces desearía que pudieras mentirme. Es tarde, el religioso terminaba su último pasaje para concluir la boda, estaba sola, estaba triste. El beso dio por terminado el maravilloso compromiso entre dos personas, la felicidad de mi hermana hacia más bello el altar y yo lo ensombrecía. El arroz no hizo falta al ver pasar corriendo a la feliz pareja, los invitados salían atrás de ellos, esperaba que todos se fueran, no quería que vieran una cara decepcionada en el jolgorio que se aproximaba. Una cálida mano descanso en mi hombro, voltee con una sonría para poder verte, pero eran mis padres que me comentaban lo orgullosos que se sentían, fue difícil soportar la sonrisa, era tan forzada, tan pesada que creí por un momento que me soltaría a llorar en ese momento, estuvo cerca, mis padres había dado media vuelta y se dirigían fantasiosamente tomados de la mano hacia fuera. Sola, ya en el eco del silencio lo vi recargado en la entrada, estaba furiosa, me había olvidado o quizá venia para rescatarme. Me dirigí con paso firme hacia donde se encontraba, no pensaba cruzar palabra con él por un buen rato, pero obstaculizo mi avance, sus brazos me rodeaban y sus labios apenas si rozaban mi oreja al pronunciar unas palabras: “lo siento”. Con mis manos sobre su pecho y la mirada levantada, casi cristalina, estaba dispuesta a perdonarlo. Callé. Una vez más podía ver su pensamiento escrito en toda su frente: “De verdad lo siento, pero no puedo decirte la verdad, me moriría si te perdiese”. Por qué habría pensado algo como eso, yo no esperaba que, al poder leer su pensamiento tendría tantas complicaciones, al principio me presentaba una ventaja sobre el, pero ahora ya no lo quería. Pasa algo cariño? Pregunte sin más, el no respondió, pero su frente y todo su lenguaje corporal me decía otra cosa: “lo siento, te he vuelto a engañar y por eso llegue tarde”. No, todo está bien preciosa, es sólo que estoy algo cansado del trabajo respondió. Con las fuerzas que me quedaban le sonreí, lo abracé y lo besé ligeramente en la mejilla, lo siento, dijo de nuevo.
Ya en la recepción, mi tristeza había disminuido y el cansancio iba tomando lugar, estábamos los dos sentados en una mesa junto a la de la pareja recién casada, mis padres estaban junto a nosotros y preguntaban cuando nos tocaría el turno de contraer nupcias, él le sonreía a mi madre y comentaba que esperaba fuere pronto, mientras en su frente se dibujaba una frase que me dolía mucho: “no sé cuanto más durará esto señora”, entrelazo su mano con la mía y me beso levemente los labios. Mi agonía estaba bien disfrazada, me levante de la mesa y me disculpe diciendo que tenía que ir al tocador. Lavaba mi rostro, por suerte nunca usaba maquillaje, cuando alcé mi cara para verme en el espejo, mis lagrimas se confundían con el agua que bañaba mi rostro, dos mujeres entraron sin percatarse de mí, yo me encerré en uno de los baños, no quería que me vieran de esa forma, una de las mujeres empezó una conversación un poco indiscreta, le contaba a la otra acerca de sus aventuras sexuales, le confesaba que hoy, antes de la boda, había conocido a un hombre maravilloso que le hizo el amor en una de las capillas de fuera de la iglesia, la otra, que escuchaba atentamente la adulaba y le decía lisonjas con el fin de que siguiera con su relato, yo oía atentamente ya que en una parte del relato note que el hombre del que hablaban eras tú.
Al regresar a la mesa, después de esa nefasta experiencia pregunte a la vez que me sentaba; una capilla? Disculpa?, respondiste enseguida, pero tu pensamiento se dibujaba de nuevo: “te has enterado?, cómo lo sabes?”. Mi madre intervino preguntando de qué era de lo que hablaba, de nada solté y volví a sonreír.
La fiesta estaba en un punto climático, entre la bebida y el baile te habías perdido de mi vista, estabas tocándola al son de un danzón, la mirabas a los ojos con un deseo encarnecido, a la misma que había revelado tu pecado mientras se lavaba las manos. No estaba dispuesta a soportarlo ni un minuto más, me levante de la mesa y me encamine hacia donde estabas, me detuve frente a ti, estaba paralizada, no respiraba, no sentía nada, no podía ya nada. En tu frente la frase de “te amo” acababa conmigo y tus ojos cerrados no se percataban.
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Siempre igual...
Siempre igual. Cada mañana al despertar iba al tocador y me observaba detenidamente durante media hora delante del espejo, mi esposo aún dormía y yo moriría de vergüenza si supiera de mi manía (lo sé, por qué tener pena con el hombre con el que he pasado los últimos 10 años). Algo siempre estaba diferente cada vez que me paraba frente a ese reflejo ajeno, no era yo, algo diferente me mostraba cada vez. Un día, mirándome como cada mañana, note una arruga bajo mi ojo izquierdo, no me importaba la vejez sino la trasmigración de algo muy dentro de mí a un cuerpo diferente, la posibilidad de cambiar de cuerpo por la noche mientras dormía era aterradora, dónde había quedado mi cuerpo de ayer, y el de hace 13 años?, con el que había enamorado al que hoy es mi marido ya no estaba, se encontraba desaparecido en el tiempo y nunca lo volvería a recuperar. No puedo pensar en un alma, que sea eso lo que permanece intacto, nunca fui creyente de esas cosas.
Una mañana me di cuenta de algo sumamente espantoso, tenía el cabello cano, había arrugas donde antes no había, mi estatura disminuía paulatinamente con el tiempo y lo peor de todo, es que no seguía siendo yo, no la de antes y si la de siempre. Mi esposo aún dormía y yo seguía con la misma vergüenza de que supiera de mi manía, quién era él? Y quién era yo?...
martes, 23 de noviembre de 2010
Imaginemos la siguiente escena...
Imaginemos la siguiente escena; se ha cometido un crimen, la habitación donde fue el posible homicidio esta toda revuelta, una mancha de sangre al centro, un ventilador sin un aspa, una soga color naranja esta sobre una silla recostada sobre la alfombra de entrada, en un escritorio están talladas las palabas: “no se culpe a nadie” que nos hace pensar en el cuento de Cortázar. Al parecer aquellas palabras fueron escritas con un corta cartas que está a lado de un tenedor con el cual posiblemente cenaron por última vez. La visión da lugar a un desastre, también hay un foco reventado, una lámpara sin pantalla cubierta con una mascada de color rojo, una botella de vino tinto vaciada sobre un sillón y en la mesa de centro para el té se encuentra un puro, tal vez habano que aún esta encendido, olvidémoslo, es de un policía inepto para su trabajo, lo corren de la escena y un fotógrafo entra para registrar todo antes de que se contamine. Encontramos un arma, un revolver calibre 32 sin usar y una peluca pelirroja a su lado, dentro de esta, un frasco de diazepam.
-Y luego?
Nada más, concluimos que los narradores como yo no deberían cruzar las bandas amarillas que limitan la escena de un crimen.
-Idiota…
lunes, 22 de noviembre de 2010
Recuerdos de ti...
Personajes:
-Hombre
-Mujer
Primer Día…
Era de noche, los huéspedes descansaban. En el escenario se encontraban varias camas individuales de cabecera grande en forma de un semicírculo separadas por un montón de tierra cada una, al frente dos de ellas resaltan entre todas. En la primera cama está sentado un hombre con ropa formal, elegante. En la segunda una figura femenina con ropas de vestir, de igual forma elegante, recostada. A media luz, con tonos amarillos enfocan a las dos figuras, hay silencio.
-Hombre: Mujer, despierta mujer. Tengo algo que decirte.
-Mujer: (Con tono de fastidio y aún recostada) Qué pasa hombre? Ya duérmete.
-Hombre: (Asustado) Mujer! No puedo ver nada, he quedado ciego.
-Mujer: (Se sienta en la cama y lo mira) Ya abriste los ojos querido?
-Hombre: Por quién me tomas mujer, la obscuridad que me invade sólo puede anunciar una cosa… sabes qué es?
-Mujer: No y no quiero saber, ya duérmete (Se recuesta de nuevo).
-Hombre: (Seguro de sí mismo grita) La muerte! Si, la muerte ya viene cariño y viene por mí. Y si me lleva, te vienes conmigo.
-Mujer: (Se incorpora rápidamente en la cama y le avienta una almohada) Ay viejo, deja de decir tonterías, ya duérmete (Se recuesta de nuevo).
-Hombre: Por qué me has aventado tu almohada? (La mujer finge estar dormida y comienza a roncar). Mujer, ya te has dormido? (Ronca más fuerte). Mujer? (Ronca aún mas fuerte). Parece que hablo con un puerco de veras (La mujer se incorpora velozmente y le lanza uno de sus zapatos y se vuelve a acostar). Bueno, pues ahora te quedas sin almohada, y sin zapato (La mujer voltea a verlo).
(Oscuro).
Segundo Día…
(En el mismo escenario).
-Hombre: (Recostado) Querida, tengo frio.
-Mujer: (Recostada de igual forma) Y?
-Hombre: Tú no tienes frio?
-Mujer: No.
-Hombre: Y si te pasas conmigo?
-Mujer: (Ríe y con sarcasmo) A tu edad cariño, ni el sol te calienta.
-Hombre: Pero si te pasas de este lado, tendrías una almohada sobre la cual recargarte.
-Mujer: (Se sienta en la orilla de la cama y se rasca la barbilla como pensando) Bueno, está bien (Va y se para a lado de la cama de su querido).
-Hombre: (Hace espacio para que se acueste y extrañado) Y bien? No piensa entrar?
-Mujer: Si, sólo espero que te quites de la cama.
-Hombre: Pero te dije conmigo.
-Mujer: Si querido, pero tú en el suelo y yo en la cama (Lo tira de donde esta recostado y ella toma posesión de la cama).
-Hombre: (Incorporándose) Ay condenada hija de tu…
-Mujer: (Con tono de reto) De qué querido?
-Hombre: De tu virginal madre cariño.
-Mujer: Virginal?
-Hombre: Si, no pudiste nacer más que engendrada por algún demonio (Ríe, se sienta frente a la cama y la mujer lo golpea con la almohada). Sabes cariño, estaba pensando en lo que paso ayer, de verdad sentí a la muerte cerca (La mira y hacia el publico con tono de complicidad) y no lo digo porque ella esté a mi lado. También tuve un sueño muy extraño, me echaban tierra en la cara, quizá fue un mensaje del futuro.
-Mujer: O un recuerdo del pasado. Ya te olvidaste que todos en la escuela siempre te lanzaban tierra precisamente a la cara, porque a todos les caías mal (Ríe y el hombre la voltea a ver).
(Oscuro).
Tercer Día…
(Cada uno esta acostado sobre su cama).
-Hombre: Creo que ya encontré la clave para entender estas señales que me mandan.
-Mujer: Si cariño, y cuáles son?
-Hombre: Son aliens que toman posesión de mi pensamiento y cuando duermo me raptan. Todas las imágenes que recuerdo, la tierra sobre la cara, mi incapacidad de ver y esa sensación de que la muerte está cerca es por ellos, nos vigilan! (Se sienta y se lleva las manos a la cabeza aterrorizado).
-Mujer: (Levantándose de la cama y sentándose a su lado lo abraza) Querido… otra vez has olvidado que ya estamos muertos, el motivo de que no puedas ver es porque no hay luz aquí abajo, claro y porque los gusanos ya se comieron uno de tus ojos, lo de la tierra en la cara sólo es un recuerdo, yo igual lo tengo y que la muerte está cerca, pues sí, pero ya paso, estamos delante de ella.
-Hombre: (Incorporándose y mirándola fijamente) De verdad?
-Mujer: Si cariño (Lo besa en la mejilla).
(Se abrazan y se recuestan en la cama).
(Oscuro).
Fin.
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