La preocupación era de un niño que, al no recibir reciprocidad de su familia tiene un final digno. Ya es tarde y el pequeño infante, levantándose del sueño y de su cama va a la sala donde sus padres están cenando y dice buenas noches, no hay respuesta. Sus padres se percatan de su presencia y le llaman la atención, le dicen que vaya a dormir, son las 10:00 pm y él tiene escuela. No dice más, da la media vuelta y se dirige a la cama. Por el pasillo a su recamara se encuentra con su hermana que se pasa de largo aún cuando ha dicho buenas noches, y claro, esperaba una retribución equivalente. El pequeño no se siente triste, pero un vacio se va formando en él, comienza a faltarle algo. Ya en la cama, bajo las cobijas analiza aquellas experiencias ocurridas hace unos cuantos minutos, cierto! Se dice para sí mismo, olvidaba que su familia era sorda, el vacio desaparece y puede volver tranquilo al sueño.
No habrá más remedio que usar la imaginación para recrear las sombras a partir de unos cuantos ases de luz...

jueves, 18 de noviembre de 2010
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Y juntos los dos, no ocupamos más que el lugar de una cama...
Y juntos los dos, no ocupamos más que el lugar de una cama. El silencio se hacía de nosotros, tú me debas la espalda, yo miraba el techo pensativo. Me levante lentamente para no despertarte, la habitación estaba iluminada a media luz, la suficiente para sentarme en el escritorio y empezar a trabajar sobre la publicación del próximo domingo para un diario de regular prestigio:
“La noche cae para los amantes, que se buscan desesperados entre las sabanas húmedas un respiro de amor…”
Se detuvo el andar de su pluma, miro a la mujer que descansaba sobre la cama y sentía que había mucho espacio entre los dos. Su pensamiento comenzaba a tomar diferentes rumbos y no sabía que ya no iba a volver, al menos por esa noche. Su atención se devolvió al papel, necesitaba concentrarse, acabar la publicación:
“Quiero sentirla cerca, fundir mi espíritu con el de ella, mi pensamiento, mi alma y mi carne…”
Quizá eran demasiado aquellas palabras, no quería fundirse, sólo disfrutar de su compañía, de su alma, pensamiento y carne. Era hermosa, y al contemplarla dormida bajo aquel manto de ensueño ajeno lo hacia un extraño, distante. Se llevo la pluma a la boca, no soportaba la idea de permanecer un segundo más sin sentirla, sin percibirla con cada uno de sus sentidos. Distantes ocupamos mucho espacio y juntos los dos, no ocupamos más que el lugar de una cama, el mundo podía esperar.
martes, 16 de noviembre de 2010
lunes, 15 de noviembre de 2010
Contextos...
Sonó el timbre de las 10:20 que anunciaba el receso en la secundaria 75, los jóvenes de 1º y 2º años salieron directamente al patio para tomar un refrigerio, juntarse a platicar de aventuras pasadas y jugar con los balos de básquet, ya que eran los únicos que nos prestaban. Los de 3º, que llevábamos uniforme de educación física color rojo, nos preparábamos para ir a una excursión a un museo de arte contemporáneo. Los profesores encargados del viaje pidieron los permisos, varios descuidados que no lo traían firmado se apuraron a falsificar la identidad de sus tutores y otros, de plano no lo llevaban. Pocos fueron los que se quedaron, mientras que los demás divertidos por la emoción de salir fuera de la escuela tomaron los camiones por asalto, entre risas y bromas el conductor pudo avanzar hacia su destino.
Fue un viaje corto, yo iba desacorde con mis compañeros, mientras ellos cantaban alegremente burlas hacia el chofer y para ellos mismo, yo iba leyendo en un asiento junto a la ventana cuando una chica, que me parecía linda, al igual que yo, estaba un poco harta de todo el jolgorio del camión, se levanto de su asiento y tomo lugar junto a mí. Estaba mirándome y por fin rompió la barrera que nos separaba con un temeroso “hola”, yo mantenía los ojos pegados en el libro, pensaba que era mucho más interesante estar involucrado en una historia de amor, locura y muerte que en cualquier carnaval organizado por mis compañeros. Yo respondí con un muy seco hola, no quería que nadie interrumpiere, aunque fuere ella. No noto la indiferencia y prosiguió con la plática, preguntaba que qué era lo que leía, qué si estaba emocionado por el museo y que por qué no me unía a los demás en su relajo. Resignado a saber que no iba a poder seguir con la lectura opte por cerrar el libro y atender como debía ser a mi compañera, mi semblante cambio y mis respuestas, que antes eran cortantes, ahora se detallaban haciendo una conversación más amena. El tiempo transcurrió muy rápido y por fin llegamos, ella hizo un comentario que hubiera preferido tardar un poco más en llegar para continuar platicando, yo sólo reí.
Entramos al museo, varios desordenados tomaron su rumbo y se perdieron entre las diferentes piezas, sólo algunos quedamos con el profesor a cargo para que nos diera una explicación de las piezas. Había pinturas, cosas de las que yo no percataba arte y sin embargo así eran consideradas. Después de deambular con el profesor un rato, entramos en una habitación amplia, al parecer era una exposición temporal y que constaba de una sola muestra. Una escultura, de vivas texturas sobresalía del cuarto obscuro entre luces rojas. El encargado de nuestro reducido grupo no tenia explicación para lo que veíamos, la chica, con la que antes había platicado me tomo fuertemente de la mano, algunos compañeros que venían de su relajo se sumaron a la escena y silenciaron al contemplar. Di un paso hacia adelante sin soltar la mano de mi compañera para poder ver la etiqueta de la pieza, decía:
“Artista: anónimo
Nombre de la pieza: “sociedad”
El artista ha plasmado una de las realidades más crueles con esta escultura; un hombre que posa degollado con un agujero en el pecho a la altura del corazón, sólo denota que el hombre ha perdido lo más importante para conseguir tener una vida decente, la violencia que existe en el país y muchos más temas de transgresión que aún los críticos no resuelven de tan esplendorosa muestra.”
Estaba abstraído, mis ojos intentaban ver a través de aquella imagen, conocer su origen, saber que había inspirado al autor de tan magnífica pieza. El profesor puso su mano en mi hombro e indico a todos que regresásemos al camión, ya era tiempo de regresar.
De camino iba pensando obsesionadamente en aquella imagen, había olvidado por completo el libro. Aquella chica de antes y ahora tan de siempre se volvió a sentar a mi lado y antes de que comenzara a hablar yo comente que había sido una experiencia fascinante, que nunca antes había visto algo así. Pasamos todo el camino de regreso hablando, comentando de todo lo que se exponía en el museo y sobre todo, de “sociedad”.
Ya dentro de la escuela, los profesores pasaban lista para percatarse de que ningún alumno faltase, todo en orden. Era tarde-noche y ya era hora de regresar a casa. Iba unos pasos fuera de la escuela cuando me dio alcance con su voz dulce, yo voltee con una ligera sonrisa, dijo que era una suerte que viviéramos de camino (cómo la sabia?, me había espiado?, cómo era posible que supiera donde vivía?), la mire extrañado, si? Solté con un aire de curiosidad, bueno al menos mi casa queda de paso, te he visto caminar frente a mi casa respondió, en ese caso vayamos concluí. Estábamos frente a su casa, sabía lo que esperaba así que sin más, le di un ligero beso, sólo rozando mis labios contra los suyo y sin agregar algo mas, seguí mi camino, me encontraba cansado.
Pasaron dos bimestres antes de que se diera la noticia, hasta entonces yo aun tenía en la cabeza la imagen de la figura degollada. En la televisión, se dio un anuncio de que el cuerpo que se exponía en el museo de arte contemporáneo era de una persona real, que lo habían identificado como Santiago Verdata Milos, un extranjero desaparecido aquí en este país desde hace 20 años y que al parecer había sido parte de la misma exposición desde hace ya un tiempo en más de 50 museos alrededor del mundo. Sonó el teléfono, era mi novia, comentaba acerca de la noticia y yo mencione que teníamos que volver al museo.
Nuestro destino estaba cerrado y acordonado por una cinta amarilla. No pudimos entrar, así que buscamos la forma de evadir la seguridad, nos metimos por una puerta de servicio, pero una voz nos llamó la atención y cuando volvimos para poder ver quien era un fuerte grito me hizo tambalear, mi novia estaba tirada en el suelo, inmóvil y yo la veía borrosamente cayendo lentamente.
No fue tan malo, hemos conocido parte del mundo y el titulo me agrada:
“Artista: anónimo
Nombre de la pieza: “curiosos amantes”
En esta asombrosa pieza, se muestra una pareja comprometida con el amor de una manera muy curiosa, él con el corazón de ella en la mano y ella, con el corazón de él en la suya se abrazan y se funden en un tierno beso, sólo rozando sus labios”.
domingo, 14 de noviembre de 2010
Pero no nos basta...
Conocemos la “realidad”, pero no nos basta para vivir en ella. Tenemos las palabras concretas, pero tampoco nos son suficientes para poder expresarnos. Es por ello que existen los que trabajamos soñando, creando e inventando sin fin de historias, ya sea con la música o con las letras, con la pintura o con la escultura, la arquitectura o la danza. Bellezas que encontramos en todas partes y que uno las hace ver aún más bellas…
sábado, 13 de noviembre de 2010
Daniel? Yo no me llamaba Daniel…
Es difícil tener unas cuantas amantes y no confundirse con los nombres. Ayer me pasó algo muy curioso, incluso divertido debo confesar, estaba con una chica en pleno arrebato pasional, los besos donde quiera, uno que otro gemido placentero y la ropa volaba con una velocidad increíble (yo esperaba que el acto amoroso no fuera de la mis manera). Ella comenzó a quitarse el sostén de una forma lenta y sensualmente provocativa, pero cuando estaba a punto de mostrarme la desnudez de su pecho me contemplo seria, como quien ha entrado en razón después de haber comprendido una ofensa. Cómo me llamo?, pregunto aquella sensual joven, permanecí callado un momento y mi voz por fin soltó un nombre, Sandra? Error, sólo pude contemplar su mirada furiosa antes de que me arrojara lo primero que tenia a la mano, mi celular, arma que pasó rozando mi rostro estupefacto. El sonido crujiente de un objeto que se rompe me hizo recobrar la plena consciencia, comprendí que no había atinado en su nombre, quizá era Zaira o Karen, nunca lo supe ya que salí corriendo con la vergüenza que aun me pudiera quedar.
Al siguiente día, mientras desayunaba con una joven hermosa de nombre, no recuerdo su nombre ciertamente, pero creo que empezaba con A, Alicia probablemente, analizaba el desfortunio que había tenido, pensaba en mi celular y en como huía sin ropa mientras personas asombradas miraban mi desvergonzado cuerpo, como la policía me había ayudado sin antes dar una explicación y como es que ahora tomaba un café con una rubia. No me estas prestando atención verdad?, escuché sin todavía verla a los ojos, perdona Alicia, me abstraje un momento respondí. El mismo error que antes, pero no el mismo resultado ya que ella me sonrió despreocupada y como intentando jugar con la situación comento que quizá así se llamaba la otra con quien salía. Yo reí un poco, sabía que ella jugaba y tratando de componer las cosas me disculpe llamándola Andrea. La sonrisa que mantenía antes mi acompañante se transformaba, comenzaba a parecerse a la misma de la chica de ayer, lo había hecho de nuevo y sin querer salieron de mi boca unas palabras más: “tu nombre empieza con A cierto?”. Molesta, la rubia me llamó idiota y dijo que se llamaba Dulce, me tiro el café encima y se marcho.
Era un desastre, mi mente no podía hacer una simple conexión entre un rostro y un nombre. Llegue a mi casa para cambiarme, despejar mi cabeza y tratar de comenzar bien una relación.
Pasó el tiempo, yo ya no había salido con ninguna mujer en un buen rato y, al entrar a una tienda de ropa una chica muy linda se me acerco a preguntar si necesitaba ayuda, no la necesitaba, pero hice un comentario que la hizo ponerse nerviosa, coqueteamos un momento y en otro estábamos ya comiendo y teniendo una muy gratificante platica, le contaba de mis experiencias con los nombres, iba en serio, quería que esta relación durase. Ella me miraba, bueno, parecía contemplarme y examinarme con detenimiento, sonrió al cabo de unos minutos y comento que, por si llegase a olvidarme de su nombre siempre que traía el uniforme del trabajo podría ver el gafete para recordarlo, terminamos de comer y pasamos un increíble día.
Era de noche, por fin había encontrado a la mujer por la que ya no tendría amantes, que recordaría su nombre y con la que viviría feliz por siempre. Entramos a su departamento, ella se metió a su baño con un aire bastante sensual que incitaba al sexo y dijo que la esperara en la cama. Estaba ansioso, así que comencé a desvestirme. Por fin salió, aún con el uniforme, estaba por quitárselo cuando le pedí que esperara, para poder ver su nombre antes de continuar. Se llamaba Amara y ahora si le podía hacer el amor como a ninguna. Se inicio con un juego previo para qua avivaría la intensidad del momento, transcurrió todo el dulce acto y caímos exhaustos en la cama, saco un cigarrillo y mencionó con voz clara: “eres increíble Daniel”. Daniel? Yo no me llamaba Daniel…
viernes, 12 de noviembre de 2010
Cada minuto, absorto de mi indecisión, opto por las mejores líneas que describen mi situación...
Cada minuto, absorto de mi indecisión, opto por las mejores líneas que describen mi situación: “La noche parecía prolongarse, el escuchar a la lluvia golpear mi ventana me hacia recordarte, recordar cómo fue que llegamos hasta este punto.” De qué punto hablaba, acaso no bastaría con apretar fuertemente parpados para intentar dormir, para olvidarte? Nada de lo que hiciera podía alejarte de mi mente, la noche, la lluvia y unas cuantas líneas que hablaban de cómo no te iba a mencionar (aunque lo hiciera no haciéndolo). Nuestra situación era difícil y, la única manera de salir avante era si te inmortalizaba dándote una muerte digna de todo el amor que sentía y que aún siento por ti. Decir que te habías marchado, que estabas en pleno viaje a la felicidad, caminando por senderos que yo no podía seguir y no porque no quisiere, sino porque todavía tenía pendientes que hacer por aquí. Así acabo contigo, dándote un lindo final en mis palabras muertas, evadiendo la realidad.
“Habías muerto, un último adiós bajo el portón de tu casa mientras llovía es lo único que me queda de ti, un hermoso sentimiento que se fundiría en mi pensar, era tan fascinante como tú y ahora podía contar esta historia en tu honor y en el cariño que nos teníamos…” Termine de escribir, la historia hasta aquí quedaba, con el embelesado recuerdo de lo que una vez fue. El corazón me dolía, estaba satisfecho.
Cinco años, encerrado en la soledad de un cuarto oscuro por culpa de todo lo que representaste en mi vida. Incapaz de mantener la viva palabra, mi voz tropezaba cada vez que intentaba responder al saludo de todos los que un día fueron conocidos y que ahora me miraban extrañados de volverme a ver, tal vez se preguntarían que en dónde había estado, qué era lo que me había pasado. Era un mundo extraño, desconocido para mí, para la fantasía en que había convertido mi vida.
Mis “amigos”, al reparar en mi estado, preocupaban por mi salud mental, ellos habían vivido junto conmigo toda mi desgracia, toda la realidad que yo negaba con gran esmero. Aun no podía articular una serie de argumentos de buena forma, había perdido la capacidad para dar sonido a las palabras, ellos no sabían qué hacer y aún más alarmante, peor que yo, no sabían que decir.
Se aproximaba una reunión, donde sabía sin duda alguna que ella estaría presente. Llego el día de aquel convivio entre algunos viejos conocido, estaba nervioso debido a que me había vuelto paranoico, un desequilibrado. Ahí estaba ella, no estaba muerta como en mis escritos y por supuesto no era la misma que yo había idealizado, quería a aquella persona, pero no era a aquella que robaba mi atención, era igual en su aspecto, pero totalmente diferente en pensamiento. Varios compañeros se acercaron al verme pálido, el sudor frio recorría toda mi espalda, tenia lo ojos desorbitados y miraban un punto fijo, lo que significa que no estaba observando nada. Te sientes bien?, pregunto uno de ellos, no respondí, no sabía cómo. Voltee a verlos, se asustaron a notar mi mirada perdida, como si vieran en mis ojos que mi alma había franqueado y sólo quedaba un gran abismo. Dieron la media vuelta y se fueron. Mi respiración comenzaba a agitarse y la taquicardia comenzaba a alborotar mi ruinado corazón, ella se estaba acercando a mí. Estaba estático, había perdido el habla y ahora toda mi capacidad de movimiento. Hola, dijo de tal manera que pareciera que no había ocurrido nada entre los dos. Hubo un mutismo en toda la habitación donde la mayoría de los reunidos estaba, incluyéndonos a nosotros obviamente. Sentía sus miradas, todos ellos sabían de mí y de ella en cuanto a nosotros, atentos. El silencio se rompió con otro comentario suyo. Nada. El ambiente comenzó a sentirse cada vez más tenso, quería romper en llanto, ni eso podía. Al no encontrar respuesta mía, comenzó a cambiar su bello rostro, aquellas facciones a las que consideraba perfectas mostraban a cada segundo que pasaba un enojo en aumento. Una figura comenzaba a acercarse a donde estábamos, toco el hombro de aquella mujer, dejo de mirarme y volteo con un gran animo, abrazo a esa figura y la beso pasionalmente frente a mí, ella no lo conocía y yo mucho menos. Algo se terminaba de romperse en mi interior, lo que me quedaba de cordura tal vez. Al finalizar aquella escena que tenía ya matices obscenos volvió a dirigirme la palabra, “TE ODIO!”.
Al concluir el espectáculo ofrecido, sólo vi como se alejaba de la habitación con una persona diferente a la que había besado unos instantes antes, la recibía con cariños y ella recíprocamente se los devolvía en mejor cantidad. Todos me observaba, yo seguía en la misma postura con la que la había recibido, estaba inmóvil, quería llorar, no pude, quería gritar y desahogarme, tampoco podía, quería decirle que la amaba, pero yo ya no podía nada.
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